miércoles, 23 de julio de 2008

El arbol de las manzanas.

Era un enorme árbol de manzanas al cual un niño amaba mucho. Todos los días jugaba a su alrededor, trepaba hasta el tope, comía sus frutos y tomaba la siesta bajo su sombra. El árbol también lo quería mucho.
Paso el tiempo, el niño creció y no volvió a jugar alrededor el árbol. Un día regreso y escucho que este le decía con cierta tristeza:
¿Vienes a jugar conmigo?
Pero el muchacho contesto:
Ya no soy el niño de antes que juega alrededor de los árboles. Ahora quiero tener juguetes, y necesito tener dinero para comprarlos.
Lo siento dijo el árbol! No tengo dinero pero te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas; así podrás comprar tus juguetes.
El muchacho tomo las manzanas, obtuvo el dinero y se sintió feliz. También el árbol fue feliz, pero el muchacho no volvió. Tiempo después, cuando regreso, el árbol le pregunto:
¿Vienes a jugar conmigo?
No tengo tiempo para jugar; debo trabajar para mi familia y necesito una casa para mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?
Lo siento repuso el árbol. No tengo una casa, pero puedes cortar mis ramas y construir tu casa.
El hombre cortó todas las ramas del árbol, que se siento feliz, y no volvió. Cierto día de calido verano, regreso. El árbol estaba encantado.
¿Vienes a jugar conmigo? Le pregunto.
Me siento triste, estoy volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar, ¿puedes dármelo?
El árbol contesto:
Usa mi tronco para construir uno; así podrás navegar y ser feliz.
El hombre cortó el tronco, construyo su bote y se fue a navegar por un largo tiempo. Regreso después de muchos años y el árbol le dijo:
Lo siento mucho, pero ya no tengo manzanas nada que darte, ni siquiera manzanas.
El hombre replico:
No tengo dientes para morder ni fuerzas para escalar, ya estoy viejo.
Entonces el árbol llorando, le dijo:
Realmente no puedo darte nada, lo único que me queda son mis raíces muertas.
Y el hombre contesto:
No necesito mucho ahora, solo un lugar par reposar. Estoy cansado después de tantos años...
Bueno dijo el árbol, las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa. El hombre se sentó junto al árbol y este, alegre y risueño, dejo caer algunas lágrimas.



Esta es la historia de cada uno de nosotros: el árbol son nuestros padres. De niños, los amamos y jugamos con ellos. Cuando crecemos los dejamos solos; regresamos a ellos cuando los necesitamos, o cuando estamos en problemas. No importa lo que sea, siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Usted puede pensar que el muchacho es cruel con el árbol, pero ¿no es así como tratamos a veces a nuestros padres?

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